Lancé mis ojos
los arrojé hacia ayer
y se congelaron cuando
se posaron frente a tí,
congelados por el viento,
con un martillo los quebré
y con tu grito me envolví
dentro del placer que sólo yo conozco
y quizás ignoré,
pero dejame reír
y no preguntes
porque quizas empiese a llorar...
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