"El desafío de una definición" (o barato como la visualización)

          No importa que a esta especie, la humana, le caigan encima piedras tan pesadas y sofocantes como el progreso desesperado de una higiene generalizada en todos los aspectos de la vida. un progreso que nos está dejando cuadrados con cinceladas asquerosamente robotizadas.
          Algún día saldrá el sol para iluminar y despertar a un ser que reconozca al sexo y su empaque completo como una celebración de la vida en vez de una carrera o camino vitalicio de traumas, violaciones, prohibiciones y obligaciones "no deseadas prematuramente".
          Dios y una vigorosa y voluptuosa cópula no serán ya más polos opuestos, sino expresiones de un único y mismo deseo; miraremos con asco hacia atrás, hacia esa generación que fue etiqetada o marcada al fuego con una herencia muy generosa de culpa, cuando nuestros ancestros se ocuparon de demonizar al cuerpo, "...esa jaula mortal que nos aleja de dios...", probablemente dirían; esos que plantaran la semilla de nuestra arrogancia y enajenamiento tanto mental como espiritual.
          El cuerpo, el final de la cadena de nuestro propio universo; un cuerpo necesitado el nuestro, al que le da hambre, sed y hierve al desear más satisfacción todavía sin importarle código o canon alguno de conducta: comemos, dormimos, cagamos y cojemos. Esa es la única democracia digna de reconocerse.